La vida en el campo es sabrosa pero difícil, dicen residentes en el sector rural de Floridablanca
Vivir en el campo es sabroso y más ahora que ya no ocurren hechos de orden público en las montañas florideñas, pero, vivir allí no es nada fácil. Algunas deficiencias, generadas por la histórica ausencia del Estado, mantienen los pelos de punta a los campesinos, que, al igual que los residentes en el sector urbano, también se enferman de estrés.
Tal es el caso de los residentes en el sector ubicado entre los kilómetros 8 y 22 de la vía a Pamplona, concretamente en las veredas Vericute (sector Las Despensas), El Mortiño y San Ignacio, quienes habitan un paraíso rodeado de flora y fauna diversas, además de respirar aire puro. No obstante este privilegio, en pleno siglo XXI la civilización no ha entrado del todo a esos terruños.
Para Jairo Ochoa, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Vericute, la ausencia del gas natural crea traumatismos en el sector, pues, además de encarecer el costo de vida para los pobladores, que deben comprar cilindros de gas propano; también impide el desarrollo de los establecimientos comerciales que emplean a los jóvenes nativos. Como si fuera poco, el daño ambiental sigue avanzando, especialmente en las zonas de reserva natural, teniendo en cuenta que muchas familias aún cocinan con leña y a diario tienen que cortar los árboles para encender los fogones.
“Cada cilindro de gas propano, de cien libras, puesto en la vereda, sale costando 220 mil pesos y, de 40 libras, $120 mil. Dependiendo del número de personas en las casas, pueden alcanzar para un mes el pequeño y, mes y medio, el grande. Ese gasto es enorme, mientras que en la ciudad, los consumos normales de gas natural no sobrepasan los $50 mil. La diferencia es enorme porque en el campo la gente se gana la vida trabajando de sol a sol y, muchas veces, tiene que regalar lo que produce”, señaló el líder Ochoa.
Para que el gas llegue hasta esas apartadas regiones, el gobierno municipal deberá apersonarse de costear y llevar la tubería hasta los campos y, la empresa Metrogas, sería la encargada de realizar las conexiones a las casas y ubicar los contadores. Sin embargo, para que esto ocurra, los propietarios de los terrenos deberán tener legalizadas sus escrituras.
Gracias a la mediación y asesoría de la Personería Municipal, ya la comunidad inició este procesos de legalización de sus predios, ya que un buen número de residentes cuenta con carta-ventas. La pelea por el gas natural ya completa ocho años.
Otros dos problemas que reclaman solución inmediata, son la adecuación, dotación y puesta en funcionamiento del puesto de salud de El Mortiño y el mantenimiento de la sede B del Colegio Gustavo Duarte Alemán, que ya muestra deterioro.
Igualmente, los campesinos reclaman el mantenimiento de sus vías veredales, que, como consecuencia de las lluvias, permanecen inservibles durante buena parte del año.
Como si se tratara de un barrio o un asentamiento humano de la ciudad, la inseguridad también es frecuente en este sector rural. Desde hace un año, cada día con más intensidad, hasta estas veredas llegan jóvenes a consumir alucinógenos y ponen en riesgo la integridad y los enseres de las personas.
Como no ocurría antes, ahora son frecuentes las riñas y los hurtos, causados, dicen los pobladores, “por esas gentes que vienen de otros lados”.
“Entendemos que no la están pasando bien nuestros campesinos, que padecen algunos problemas que les impide vivir felices. Como Personería los acompañamos y en el terreno constatamos sus requerimientos para de inmediato iniciar nuestra mediación, que permita soluciones efectivas que mejoren su calidad de vida. Los trabajadores del campo producen el alimento para la ciudad, además de ser personas honorables y orgullosas de su terruño. Los llevamos en nuestro corazón y seguiremos trabajando por su bienestar”, manifestó la personera María Margarita Serrano Arenas.